Uso de pantallas en niños: por qué es importante limitar la exposición

En los últimos años, las pantallas se han convertido en las auténticas reinas de nuestras sociedades. Al tiempo, ya excesivo, que antes pasábamos delante de la pantalla de televisión, ahora se han sumado otras pantallas: las de ordenadores y, sobre todo, las de smartphones y tablets, cuyo uso ha aumentado considerablemente en los últimos años con el apogeo de las redes sociales y de las apps de mensajería instantánea. Esto es algo que preocupa cada vez a más padres y madres, sobre todo porque no es fácil controlar el uso de pantallas en niños. En este artículo te explicamos cómo las pantallas impactan en el desarrollo de tu pequeño aventurero y te ofrecemos algunas recomendaciones para un uso razonable.

Impacto del abuso de pantallas en niños

Antes de los tres años, los niños pequeños se desarrollan fundamentalmente a través de interacciones sociales, de intercambios con quienes les rodean y del uso de sus cinco sentidos. Las habilidades motrices, cognitivas, espaciotemporales y de lenguaje las adquieren jugando, manipulando y tocando objetos, a través de las conversaciones que mantenemos con ellos, y de las experiencias en el mundo real. Este tiempo dedicado a jugar, a moverse, a explorar, a intercambiar y a descubrir es, por lo tanto, fundamental para el desarrollo de los niños y no debe ser reemplazado por pantallas, especialmente en niños menores de tres años. Como demuestran diferentes estudios, el uso de pantallas en niños tiene un impacto significativo sobre su desarrollo y puede causar problemas tanto de índole física como cognitiva.

Esto último es importante, porque, aunque nos pueda parecer que no, las pantallas tienen un impacto directo en el desarrollo cerebral de los menores. Un estudio publicado a principios de 2020 en la prestigiosa revista científica JAMA Pediatrics y realizado con población en edad preescolar demostró que un mayor uso de pantallas en niños se relacionaba con una disminución de materia blanca en el cerebro, lo que en última instancia podría perjudicar al desarrollo del lenguaje. No es el único estudio que se ha posicionado en ese sentido. Otra investigación publicada un año antes en la misma revista concluía que los niños que más tiempo consumían de pantallas a los dos y tres años presentaban menos capacidades en los hitos del desarrollo al cumplir tres y cinco años respectivamente.

Pero como decimos, este -ya de por sí importante- no es el único impacto del abuso de pantallas en niños. La luz azul de las pantallas afecta a la visión, causando sequedad ocular e incluso pudiendo favorecer el desarrollo de miopía. También afecta de forma directa al sueño, favoreciendo la aparición de trastornos de conciliación del sueño, especialmente si ese uso de las pantallas se produce en las últimas horas del día. Desde la Sociedad Española de Sueño (SES), en ese sentido, se recomienda no usar pantallas al menos dos horas antes de acostarse, ya que la luz azul de las pantallas inhibe la secreción de melatonina, la hormona del sueño.

El abuso de pantallas, por último, también tiene un impacto directo sobre el desarrollo motor de los niños, ya que su uso prolongado aleja a los niños de actividades más motoras y los incita al sedentarismo. Un sedentarismo propiciado por las pantallas que, en última instancia, se traduce también en unas mayores probabilidades de desarrollar sobrepeso u obesidad.

Pantallas en niños: límites de uso por edad

Según estipulan las principales sociedades médicas y científicas, es recomendable adaptar el uso de pantallas en niños a la edad de los menores en cuestión. En concreto, según datos de la Asociación Americana de Pediatría recogidos por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap):

• De 0 a 18 meses: es recomendable que los pequeños no se expongan a pantallas, salvo para el uso puntual de la videollamada (WhatsApp, Skype, Zoom, etc.) para relaciones familiares a distancia.

• De 18 a 24 meses: se deja abierto el uso puntual de pantallas en niños, siempre y cuando este uso sea con programas o aplicaciones de buena calidad y de forma compartida con los padres, nunca en solitario.

• Entre los 2 y los 5 años: La recomendación es muy parecida a la del grupo anterior, aunque se abre la franja de uso hasta la hora diaria.

• Entre los 6 y los 12 años: El tiempo máximo se amplia a entre una y dos horas diarias, pero ese uso también debe ser supervisado por los progenitores.

Consejos para limitar el uso de pantallas en niños

Como decíamos al principio, vivimos en una sociedad “empantallada”, así que no resulta fácil conseguir que los niños y niñas se mantengan alejados de ellas. Desde LILLYDOO, no obstante, te ofrecemos una serie de consejos para luchar en esta batalla que parece perdida de antemano:

• Establecer unas normas de uso y funcionamiento claras: esto es especialmente importante a partir de los 3-4 años, cuando los pequeños aventureros ya son más capaces de entender estos límites y normas. No obstante, te recomendamos que te asegures de que las han entendido correctamente y de explicarles también las posibles excepciones a la norma.

• Dar ejemplo: intenta reducir su uso cuando estés con tus hijos. Recuerda que eres su referente.

• No uses las pantallas como “apaganiños”: Es muy fácil recurrir a las pantallas para distraer a los niños cuando necesitas hacer algo o quieres cenar tranquilamente con tu pareja, familiares y/o amigos en un restaurante. Sin embargo, este uso provocará que luego los niños reclamen más pantallas. Existen alternativas a las pantallas como libros, colores, juegos de mesa, etc. ¡Sácales partido!

• Promueve actividades al aire libre: es más fácil que un niño pida pantalla si está en casa aburrido. Por eso, fomentar actividades al aire libre (deportivas, culturales, juego con iguales, etc.) es una forma de eliminar la tentación de las pantallas.

• Fomenta el uso de pantallas con fines educativos y creativos: No todo son cosas negativas en las pantallas, así que en vez de usarlas para vídeos o juegos, una idea interesante puede ser aprovechar ese tiempo en apps educativas, por ejemplo, para aprender a leer, y creativas. Google Play y la App Store están llenas de este tipo de aplicaciones.

Dicho esto, ten en cuenta que, a pesar de todas nuestras buenas intenciones, las pantallas son una parte integral de nuestra vida diaria y de la de nuestros hijos. Así que no eres una mala madre o un mal padre si algún día, mientras te duchas, dejas que tu hijo vea sus dibujos animados favoritos en YouTube. Somos conscientes de lo útil que puede ser una pantalla de vez en cuando para hacer alguna actividad en calma. 😉 Lo importante es que su uso no se convierta en una rutina ni ocupe la mayor parte de vuestro tiempo de entretenimiento. ¡Un buen balance es la clave!