Como padres y madres podemos caer en la tentación de querer hacer todo por nuestros pequeños aventureros con la idea de hacerles la vida lo más fácil posible. Esa ambición bienintencionada, sin embargo, puede tener consecuencias en su desarrollo, ya que con ese “hacerlo todo” impedimos que ellos aprendan a hacer las cosas por sí mismos, que ejerciten un aspecto esencial para su desarrollo: la autonomía. Y es que si en vez de hacer las cosas por ellos, potenciamos que nuestros hijos e hijas hagan por sí mismos aquellas tareas que están capacitados para hacer por su edad y por su nivel de desarrollo madurativo, les estaremos haciendo un gran favor, ya que el desarrollo de la autonomía de los niños les permitirá ser independientes y les empujará a tener la iniciativa necesaria para seguir creciendo en su aprendizaje y manejarse de forma satisfactoria en sus relaciones interpersonales.
El desarrollo de la autonomía de los niños, no obstante, tiene unos tiempos, claro. No podemos pretender que un bebé de ocho meses que se acaba de iniciar en el baby led weaning recoja y limpie la bandeja de su sillita después de cada comida. Es una cuestión de sentido común. Es sobre todo a partir de los 18-24 meses cuando nuestros pequeños aventureros pueden empezar a hacer determinadas cosas sencillas por sí mismos, como comer, vestirse o cepillarse los dientes (importante que una vez lo hagan ellos, nosotros les repasemos los dientes). Es esta una etapa de su desarrollo en la que, además, ellos sienten la necesidad de empezar a hacer cosas por sí mismos. Y lo exigen con el típico “¡Yo, yo, yo!”. ¡Aprovechemos esas ganas de aprender para alentarlos y acompañarlos en el proceso de desarrollo de su autonomía!
¿Cómo se desarrolla la independencia en los niños pequeños?
El desarrollo de la autonomía de los niños tiene unos tiempos y no siempre son los mismos para todos. Normalmente, empieza a partir del primer año. Te darás cuenta que, a partir del primer cumpleaños, como muy tarde, tu bebé, que dependía completamente de tu ayuda, se está convirtiendo cada vez más en un pequeño aventurero que quiere explorar el mundo. Aprender a caminar y a hablar, son dos logros que le dan a tu bebé posibilidades completamente nuevas de independencia. De repente puede expresar lo que quiere y lo que no le gusta. Además, ya no depende de los demás para desplazarse, sino que puede avanzar por sus propios medios.
En el segundo año de vida, los niños pequeños experimentan la fase de autonomía en su totalidad, también conocida como fase de desafío. Tu hijo descubre cada vez más, su individualidad y su propia voluntad y lo exigirá con el típico "¡Yo, yo, yo!". Aunque esta fase desafiante seguramente te planteará algún que otro reto, es enormemente importante para el desarrollo de su independencia. Tu hijo está aprendiendo a tomar sus propias decisiones, y además, que éstas tienen ciertas consecuencias.
Entonces, podemos decir, que es entre los 18-24 meses cuando tu pequeño aventurero puede empezar a hacer algunas tareas sencillas por sí mismo, como comer, vestirse o cepillarse los dientes (recomendamos que siempre le repases los dientes una vez tu bebé haya terminado de hacerlo). Sin embargo, como ya hemos mencionado anteriormente, cada niño es diferente y algunos pueden demandar más apoyo que otros, especialmente hasta los tres años. Estas diferencias de desarrollo de la autonomía no indican su inteligencia ni sus capacidades posteriores. ¡No te preocupes!
Ocho consejos para favorecer la autonomía de los niños
El desarrollo de la autonomía de los niños es un proceso absolutamente experiencial. ¿Qué significa esto? Pues que lamentablemente no es algo que se pueda enseñar de la misma manera que enseñamos a sumar o a escribir, sino que solo a través de la experiencia nuestros hijos desarrollarán su autonomía. Que no se pueda enseñar, no te exime de esta responsabilidad como madre o padre, sino todo lo contrario: tu labor es fundamental para desarrollar esa autonomía y acompañar a tu pequeño aventurero en todo el proceso, para así generar confianza en sus posibilidades y apoyarlo en sus éxitos y fracasos.
Partiendo de esa base, a continuación, te compartimos ocho consejos para fomentar la autonomía de los niños.
1. Anima a tu hijo
Tu pequeño aventurero siempre necesita un estímulo en todos sus esfuerzos, saber que se cree en él en sus intentos de autonomía. Por eso, es fundamental que tu hijo vea que lo apoyas siempre, no solo cuando tiene éxito en algo, sino cada vez que lo intenta. Aunque falle. Recuerda: lo importante no es tanto el resultado final de sus intentos como fomentar el proceso de adquisición de la autonomía.
2. Déjale espacio para la autonomía
Como decíamos al principio, las madres y los padres tenemos tendencia a querer hacer todo por nuestros hijos, a ayudarles en cuanto les cuesta hacer algo. Sin embargo, el desarrollo de la autonomía de los niños requiere de mucha práctica. Por tanto, contente siempre que puedas y bríndale a tu hijo la oportunidad de tomar ciertas decisiones y realizar tareas de forma independiente (siempre y cuando éstas no revistan peligro para su integridad física). Y si ves que necesita un poco de ayuda, antes de ayudarle tú, acompáñale en la búsqueda de posibles soluciones.
3. Dale tiempo (aunque nunca tengas tiempo)
Tan importante como darle espacio es ofrecerle a tu pequeño el tiempo necesario para que experimente y prueba cosas nuevas. Sabemos que las prisas marcan nuestro día a día, que nunca tenemos tiempo para nada, pero experimentar y ganar autonomía requieren de tiempo y paciencia.
4. Enséñale a perseverar
¿Quién dijo que ponerse unos calcetines fuese fácil? Es habitual que los niños se frustren cuando no les sale algo a la primera. En esos momentos es importantes inculcarles el valor de la perseverancia, de volverlo a intentar. Una buena manera de hacerlo es demostrándole que a nosotros como adultos tampoco todas las tareas nos salen bien a la primera, pero que si seguimos intentándolo y no nos rendimos, las mejorías se ven enseguida. Todo fracaso es el primer paso para el éxito.
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5. Sé realista
Como decíamos antes, los hitos en el desarrollo de la autonomía que nos marquemos para nuestros pequeños aventureros deben ser acordes a su edad y a su desarrollo madurativo. En ese sentido es fundamental ser realista, porque si asignas a tu hijo tareas que son demasiado difíciles, lo único que conseguirás es desanimarle y que no quiera hacerlas.
6. La importancia de los materiales adecuados
La ropa sin botones o las zapatillas con velcro, por ejemplo, harán que tu hijo aprenda a vestirse y a calzarse de forma más fácil que si intentases desde el principio que se pusiese un pantalón con botón o unas zapatillas con cordones. La misma lógica sirve para todo: si tu pequeño aventurero está aprendiendo a comer solo, no le pongas la mejor de tus vajillas, sino platos, vasos y cubiertos infantiles difíciles de romper.
7. Involúcralo en las tareas cotidianas
Aunque hay tareas para las que seguramente aún no esté preparado, una forma de motivarlo a empezar a hacerlas a su manera es involucrándolo en las actividades del hogar que realicéis en familia. ¿Por qué no le pides que te ayude a poner la mesa, a cocinar o recoger la ropa del tendedero? ¡Los niños suelen estar encantados de hacer cosas con sus padres! Este consejo también lo puedes aplicar al momento de cambio de pañales. Pídele que sea él quien te pase las toallitas para limpiarle su culito. O, cuando ya sea más mayor, que se ponga él mismo los pañales-braguita de LILLYDOO, que son perfectos para niños pequeños que están trabajando su autonomía.
8. Fomenta el juego libre
Al jugar de forma independiente, los pequeños tienen el control, lo que les permite poner a prueba sus habilidades, resolver pequeños problemas de forma independiente y gestionar conflictos sin la intervención de un adulto. No solo es divertido, sino que también aumenta la autoestima. ¡Así que dale a tu pequeño aventurero la oportunidad y el espacio para jugar libremente!
Hay pocas cosas en la vida más emocionantes que ver a tu hijo crecer, desarrollarse y conseguir hitos en el camino de su independencia. Fomenta la autonomía de tu pequeño aventurero sin miedo y con mucho cariño. Y no te preocupes, de verdad, que aún queda mucho para que haga su maleta y se vaya de casa. 😉