Los accidentes son muy habituales entre los niños pequeños. Con esta guía de primeros auxilios para niños podrás enfrentarte a sus posibles consecuencias con más conocimientos y tranquilidad.
¿Sabrías qué hacer si tu pequeño aventurero se atraganta? ¿O si se quema con agua hirviendo? ¿Sabrías cómo reaccionar ante una intoxicación, una caída importante o un shock anafiláctico por una reacción alérgica? No te agobies. Lo normal es que, planteadas así a bote pronto, tu reacción ante estas preguntas sea navegar en un mar de preocupaciones y dudas. Nadie está preparado para ver a su bebé sufrir y lo lógico es que, llegado el caso, nos asustemos muchísimo e, incluso, que nos quedemos en blanco. Ante todo, eso sí, no hay que perder la calma, ya que entrar en pánico no nos ayudará a tomar las mejores decisiones. Lo que sí nos ayudará, en cambio, es estar familiarizados con medidas básicas de primeros auxilios para niños ante los accidentes más habituales.
¿Sabías que los accidentes son la causa más frecuente de muerte en niños mayores de un año? Una vez que empiezan a andar y a alcanzar objetos por sí solos, los riesgos se multiplican, así que es muy importante que los bebés siempre estén bajo una relativa vigilancia para reducir los riesgos en la medida de lo posible. Si al final ocurre un accidente no está de más tener a mano estos consejos de primeros auxilios ante los eventos más habituales. Estos consejos teóricos, eso sí, no sustituyen en ningún caso a las formaciones en primeros auxilios para niños que se ofrecen desde las instituciones sanitarias. Desde LILLYDOO te animamos a buscar y apuntarte a alguno de estos cursos, donde recibirás una importante formación práctica que te puede ser muy útil y que, incluso, puede llegar a salvar la vida de tu pequeño aventurero.
¿Cómo reaccionar ante una emergencia?
Si tu bebé ha sufrido un accidente, sea cual sea éste, lo primero y más importante es tranquilizarse y tranquilizar. Sabemos que es difícil ver a un hijo herido, pero los nervios a flor de piel y las reacciones desmesuradas no le van a curar. Con todos tranquilos, toca actuar rápidamente. Los expertos en primeros auxilios citan el acrónimo PAS, que surge de tres acciones básicas en estas situaciones:
1. Prevenir: implica asegurar la máxima protección, tanto para el accidentado, manejándolo con la máxima precaución, como para la persona que le va a socorrer.
2. Avisar: si examinando a nuestro bebé o niño vemos que la situación reviste gravedad, es fundamental avisar a los servicios de emergencia (número de teléfono 112 en España) y, en caso de intoxicación o envenenamiento, hacer lo propio con el servicio de información de toxicología (915620420). Esta llamada te será de gran ayuda y tranquilidad, ya que mientras esperas a los servicios de emergencia médicos expertos en urgencias pediátricas te darán consejos y nociones básicas de cara al tercer paso.
3. Socorrer: Si no hace falta avisar a los servicios de emergencia, este sería el segundo paso, que en todo caso pasaría por poner en práctica las medidas básicas de primeros auxilios para niños que veremos a continuación enfocadas a seis de los accidentes más habituales cuando se trata de niños pequeños.
Guía de primeros auxilios para niños
Las quemaduras más habituales en niños y niñas menores de seis años se suelen producir por escaldadura -quemarse con algo hirviendo- o por electrocución y pueden revestir diferente gravedad. La más leve, la de primer grado, se manifiesta con rojeces y sequedad. La de segundo grado va acompañada del surgimiento de ampollas. Las de tercer grado conllevan, además, la aparición de una herida importante e hinchazón. Ante cualquiera de estas circunstancias, lo primero es quitar toda la ropa -para evitar que las fibras se adhieran a la superficie de la herida- y los complementos que puedan apretar la piel del niño. Hecho esto, lo recomendable es enfriar la herida bajo agua tibia durante un cuarto de hora aproximadamente y después cubrir la herida con una gasa. En ningún caso, eso sí, se deben aplicar “remedios de la abuela” como el aceite o la pasta de dientes, ya que su eficacia no está demostrada y pueden ser contraproducentes.
Llegados a este punto, en el caso de quemaduras de primer grado, no está de más pasarse por la farmacia para que el farmacéutico revise la quemadura y nos pueda aconsejar alguna crema específica para la rojez y la sequedad. En el caso de quemaduras de segundo y tercer grado, lo aconsejable es llamar al 112 o acercarse a algún servicio de urgencias pediátricas para una mejor evaluación y tratamiento.
Como decimos, cuando los niños empiezan a ponerse de pie y a llegar a objetos que hasta entonces les eran inalcanzables, los riesgos se incrementan. Entre ellos, los de intoxicación por ingesta de medicamentos o productos de limpieza. Sobra decir que siempre es conveniente tener bien guardados y fuera del alcance de los menores estos productos, pero también es verdad que nadie está libre de un desliz y mucho menos de que ese desliz acabe en un susto.
Si creemos que nuestro hijo ha podido ingerir algún fármaco o producto químico destinado a la limpieza del hogar o si, además de creerlo, vemos que aparecen síntomas (dolor abdominal, náuseas, vómitos, diarrea, mareos, fatiga, convulsiones, irritación de los ojos o pérdida del conocimiento, entre otros) lo primero que debemos hacer es llamar a los servicios de emergencia (número de teléfono 112 en España) y, a ser posible, también al servicio de información de toxicología (915620420).
Mientras llegan los efectivos de emergencia, mantén la calma, sigue los consejos que te brinden por teléfono y ten a buen recaudo el producto o fármaco que crees que ha podido ingerir tu pequeño aventurero, ya que esto será de gran ayuda para que luego los médicos puedan determinar el tratamiento más adecuado.
Si hay algo de lo que no te vas a librar, te lo aseguramos, es de las caídas de tu bebé. Caerse y levantarse es parte del aprendizaje de la vida; y los niños se caen mucho, desde que empiezan a aprender a girar sobre sí mismos en la cama y, sobre todo, a partir del momento en que empiezan a andar y correr. Hay que convivir con ello y saber que, como suele decirse, los niños son de goma y la mayoría de las caídas no revestirán mayor gravedad.
¿Cuándo preocuparse? Si vemos algún chichón importante, si tras la caída no puede mover con normalidad alguna extremidad o si ha caído de cabeza y empieza a mostrar síntomas como vómitos, mareos, somnolencia o dolor de cabeza, que pueden ser reflejo de una conmoción cerebral.
¿Cuándo acudir a urgencias o llamar al 112? Debes hacerlo SIEMPRE si sospechas que puede tener alguna fractura ósea, si se ha caído de cabeza y tu bebé tiene menos de seis meses (aunque él esté aparentemente bien y la caída no haya dejado hematomas o heridas) o si tiene más de seis meses y el golpe en la cabeza le ha provocado hinchazón o hematoma o manifiesta alguno de los síntomas de conmoción cerebral antes citados.
Ya se sabe que los bebés, sobre todo cuando les empiezan a salir los primeros dientes, tienen tendencia a meterse todo lo que pillan a mano en la boca, por lo que no es de extrañar que los atragantamientos sean uno de los accidentes más habituales.
En caso de que se produzcan un atragantamiento parcial, que permite al niño hablar y toser, es fundamental mantener la calma, ya que lo lógico es que, poniendo al pequeño aventurero en posición sentada y haciéndole toser, éste escupa el cuerpo extraño por su cuenta. En ningún caso, eso sí, le pegues golpes en la espalda -que es lo que todos y todas tenemos tendencia a hacer por imitación de lo que hemos visto- ya que ese golpe puede hacer que el objeto extraño se desplace y cause una obstrucción total de las vías aéreas.
En el caso de la que obstrucción de las vías aéreas sea completa, lo primero es llamar al 112. Mientras llega la ayuda médica, debemos mirar la boca del bebé para ver si el objeto que ha causado el atragantamiento está a la vista. Si es así y es accesible, trataremos de sacarlo con nuestros dedos, pero en el caso contrario no hay que meter los dedos a ciegas, sino proceder con las maniobras de primeros auxilios para niños para desobstruir las vías respiratorias. Estas maniobras varían según la edad del menor:
En menores de un año la recomendación es ponerlos boca abajo y darles 5 golpes entre los omoplatos. Si el objeto es expulsado, lo sacamos de su boca. En el caso de que no sea así, tenemos que darle la vuelta y darle 5 golpes en el pecho, apretando con los dedos índice y corazón entre ambos pezones.
En el caso de los mayores de un año, si los golpes no funcionan, se puede realizar la conocida como maniobra de Heinlich. Para ello hay que poner al niño en posición erguida, situarse por detrás y rodearle la cintura con los brazos. A continuación, cerramos una de la mano y colocamos el nudillo del pulgar entre el ombligo y la boca del estómago. Con la otra mano agarramos el puño y realizamos una fuerte presión hacia dentro y hacia arriba, para intentar desplazar el diafragma.
Si no conseguimos que nuestro pequeño aventurero expulse el objeto, es probable que pierda el conocimiento y que incluso pueda entrar en parada cardiorrespiratoria. En ese caso, si aún no han llegado los servicios de emergencia, no dudes en iniciar un masaje cardiorrespiratorio siguiendo los consejos que te daremos a continuación.
Las intolerancias y alergias son cada vez más habituales. También aquellas relacionadas con alimentos. A veces sus síntomas son menores (aparición de erupciones cutáneas tras ingerir que alimento que desaparecen al poco tiempo), pero otras veces pueden complicarse hasta el extremo de provocar un shock anafiláctico, cuyos síntomas aparecen en cuestión de minutos y se intensifican rápidamente. Entre ellos estarían las citadas alteraciones en la piel, la dificultad para respirar, los mareos y la confusión mental, y náuseas, vómitos y diarrea. Síntomas provocados por el fallo de varios órganos vitales a la vez y que pueden acabar en una situación muy grave.
Ante un shock anafiláctico lo primero, como siempre, es tranquilidad y llamar a los servicios de emergencia. Mientras estos llegan, hay que intentar calmar al niño, despejar la zona para evitar aglomeraciones de curiosos que puedan agobiarle y colocar al pequeño aventurero en la conocida posición de Trendelenburg (boca arriba, con la cabeza ladeada para evitar que se ahogue en caso de que vomite y con las piernas elevadas por encima del nivel del corazón, para favorecer de esta forma el flujo sanguíneo). En el caso de que ya tengamos conocimiento previo de que el bebé es alérgico y contemos con una inyección de adrenalina intramuscular o con una farmacia cerca, lo más recomendable es ponerle la inyección, ya que es el único tratamiento capaz de revertir los síntomas de shock.
En el caso de que por cualquiera de los accidentes citados o por cualquier otra circunstancia tu bebé deje de respirar o no muestre señales de vida, hay que practicarle con urgencia una reanimación cardiopulmonar (RCP):
Lo primero es la ventilación, es decir, insuflar aire a nuestro pequeño aventurero. Para ello, acuesta al niño boca arriba sobre una superficie dura, de modo que su barbilla quede mirando hacia arriba y sus vías respiratorias estén despejadas. Coloca tus labios alrededor de la boca y la nariz del bebé (solo de la boca, tapando la nariz con una mano, en el caso de niños más mayores) y haz cinco soplos de aire de rescate uniformes. A continuación, retira la boca para tomar aire, y vuelve a practicar la misma rutina en repetidas ocasiones, comprobando si se obtiene alguna respuesta del pequeño en forma de movimientos, respiraciones o tos.
Si presencias algunos de esos signos de vida, continua con la ventilación boca a boca con un ritmo de unos 20 soplos por minuto hasta que lleguen los servicios de emergencia. En el caso de que no dé señales de vida tocará iniciar el masaje cardíaco, para lo cual deberás colocar la parte inferior de tu mano en el esternón de tu pequeño aventurero, justo por debajo de los pezones (2 dedos en el caso de menores de un año y las dos manos en caso de mayores de ocho). Con los dedos, la mano o las dos manos, aplica presión hacia abajo sobre el pecho del pequeño, haciendo compresiones rápidas, fuertes y sin pausa. Cada 30 compresiones cardíacas, intercala dos insuflaciones de aire.
No olvides que el masaje cardíaco puede salvar la vida de tu pequeño. En caso de emergencia, ¡no tengas miedo de tomar medidas! ¡Cualquier intento de reanimación mientras llegan los servicios de urgencias es mejor que nada!
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Esperamos que nunca necesites ninguna de estas medidas de primeros auxilios para niños que hemos compartido contigo en este artículo. Sin embargo estamos seguros de que, llegado el caso, conocer esta información te hará reaccionar con mayor tranquilidad, eficacia y rapidez.